lunes, 9 de junio de 2014

EL AMOR DE UNA MADRE

EL AMOR DE UNA MADRE

El mayor tesoro del mundo es poseer una madre,
su amor es una gran riqueza de valor incomparable.


Ahora que tu madre está contigo cuídala, mímala, se su bastón y fortaleza. 
Cuídala como te ha cuidado a ti, no te enojes con ella por sus cambios de humor, los años la cansan, los problemas que tuvo que resolver han sido agotadores así como las veces que tuvo que ejercer todas las profesiones del mundo para darte a ti lo que eres ahora. Pero sobretodo respétala, porque verdaderamente jamás habrá nadie que te ame como ella te ama. Su amor por ti siempre prevalecerá, porque eres parte de sus ser, su sangre y ella siempre estará para ti esté donde esté.


Todos nuestros amores podrían llegar a ser “ex” pero nunca se podrá tener una “ex-madre”. La madre es ese ser que lo entrega todo por amor, por su hogar, por sus hijos y nietos. Cuando la madre aún está ahí contigo, es una suerte tenerla, pues la clase de amor que entrega es el más puro que podrás encontrar jamás.


La Biblia describe el amor de esta manera: “El amor es sufrido y bondadoso. El amor no es celoso, no se vanagloria, no se hincha, no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses, no se siente provocado. No lleva cuenta del daño. No se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad. Todas las cosas las soporta, todas las cree, todas las espera, todas las aguanta. El amor nunca falla” (1 Corintios 13:4-8)


No hay otro ser más especial que la madre, no hay ni habrá un amor más sincero que el de una madre.
La madre es una mujer tan bendita que soporta tantas cosas por amor a sus hijos, mientras muchas veces somos ingratos con ellas dando por sentado que nuestras madres siempre estarán allí para nosotras.


El amor de madre

El amor de madre es distinto a los otros amores: No conoce la traición y jamás lastima intencionalmente.

El amor de madre es universal e inalterable. Puede que haya alguna diferencia en la forma, pero la esencia se mantiene.

El amor de madre posee la facultad de multiplicarse sin perder fuerza. No baja con el número de hijos, sube, crece, se desparrama y se riega en cada uno de los vástagos.

El amor de madre no se agota. Puede que se canse de lidiar con la prepotencia infantil, pero el efecto no decae. El sentimiento parece interminable.

El amor de madre no mide consecuencias. Es incondicional por definición y no espera retribuciones. Darían la vida sin pestañear, y prefieren el dolor propio al de los hijos.

El verdadero amor de madre nunca deserta; por el contrario, el hijo problema, el necesitado, el preocupado, el enfermo, es al que más se atiende.

El amor de madre está diseñado para que la vida perdure. Somos la especie que más cuidados necesita para sobrevivir y que más demora en volverse autosuficiente.

Sin duda es la réplica más grande del Amor de Dios que vivimos segundo a segundo de nuestra vida. Y muchas veces no lo reconocemos.

Que el Dios de la vida bendiga y renueve tu vocación y entrega. Felicitaciones en tan grandioso día.


Carta a mi hijo.

Carta para mi hijo varón

Para ti, hijo mío, esta carta lleva un aroma especial, único, un amor que no se compara con nada… es lo más cercano al amor de Dios, eres mi hijo, mi sueño y mi realidad.

Todo puede pasar, pero este amor nunca morirá. Soy tu madre y eso es para siempre, como el amor que por ti siento.

carta de madre a hijo Soy tu madre, la que se enfada, la que ríe, la que te abraza cuando la vida no te trata bien… soy muchas cosas para ti, pero sobretodo y por encima de todo, soy quien te ve como un hijo precioso, puedo mirar tus ojos y ver todo el mundo con sólo mirarte, eres mi prolongación, naciste con amor y así debes sentirte siempre: muy querido, respetado y bendecido. Eres mi amor, hijo mío.

Y si te escribo estas líneas es que nunca había sentido esta clase de amor, uno que se espera, uno que sé que no me dejará. Eres mi mitad, y mi corazón te pertenece para siempre.

Así es el amor de madre, entregada sin miedos, pues más allá de todas las circunstancias nunca estaré sola, pues tendré tu compañía.
Es verdad que te enseñé muchas cosas de la vida, pero tú también me enseñaste a ser madre.

Hoy recuerdo cuando por fin estabas en mis brazos, mi corazón se desbordó de amor por ti, ya jamás dejaría que nada y nadie te tocara. Prometí cuidarte y defenderte con mi vida si era necesario. Reía con tus cosas graciosas, cuando mi mundo se caía te abrazaba con mucha fuerza para sentirte cerca de mí, muy cerca…

carta para mi hijo varón

Quiero lo mejor para ti, hijo;
quiero que lleves en tu corazón el amor del mundo, así serás un buen hombre y sabrás que a una mujer se le ama y se le respeta.

Te enseñaré a mirar con los ojos del corazón, así podrás distinguir el bien del mal. Quiero que seas mi orgullo, pues un día crecerás y tendrás tu propia vida, mientras tanto, déjame abrazarte y amarte como a nada en el mundo…

Un día te irás a formar tu familia y quiero que todos estén orgullosos de ti, que des el mismo amor que te fue entregado. Así seremos una familia que se formó bajo las normas de una vida feliz y llena de amor, para dar y repartir.

Hijo mío, te amo

Hijo mío, sólo te pido que cuando ya tengas tu propia vida, seas leal a tus principios, nunca te alejes del conocimiento que te he dado, respeta a todos aunque no estés de acuerdo, tú sabrás lo que es bueno y malo para tu vida, sé bueno, haz que me sienta orgullosa de ser tu madre, por mi parte yo lo estoy desde antes que nacieras.




Carta de amor para mi hija

¡Hija mía!

 Nacida de la hora esperada, en la que los sueños claman, realizaste el más grande anhelo de vida. Hay muchas cosas que debes aprender, pues quisiera que tu andar fuese liviano, pero con paso firme.

Quisiera ver en tu mundo un centenar de sueños, en los que al despertar de cada uno, llegues a la realización de tus anhelos.

Llena tu vida de dones divinos, deja que Dios te colme de virtudes y aprende que las bondades de la vida emanan de tu comportamiento.

Nada vale más en este andar pasajero que el amor hija mía, satúrate de él en cada paso que camines, y tu espíritu será recompensado. No desdeñes nunca a nadie, aprende a escuchar y comprender a los demás, pero guarda en silencio el secreto de quien te lo otorga, y quédate para ti esa lección de vida.

No permitas que nada turbe tu camino, manéjate de forma transparente y clara, si por error cayeras en alguna falta, se humilde, benevolente y justa contigo misma, para que puedas levantarte y elevar de nuevo el vuelo a tu destino.

Busca sabiduría en tu paso por la vida, ella la encontrarás en los ecos de los ancianos, nadie mejor que ellos, habrán de otorgarte ese precioso legado.

Aprende que la justicia jamás será cosa tuya, no podrás tomarla de tus manos, ella ha de venir a ti por tus acciones, ella ha de llegar cuando estés consciente de que tus actos no hieren a nadie.
  
Si te sientes en algún momento agredida, demuéstrate que sabes dar misericordia, que eres capaz de descifrar que no todos comulgan tu pensamiento, y que ello no te hace ni mejor, ni peor que los demás.

Aprende a dar sin mesura, pero no comprometas lo que no posees, no permitas nunca, que la mentira desequilibre tus ideas.

Vive la libertad como un despliegue, de que eres capaz de alcanzar todo lo que te propongas, más no hagas mal uso de ella, porque podrías deslumbrarte con un mundo, que sea sórdido, vil y oscuro.

No olvides, que todo aquello que deseamos, requiere paciencia, concentración y esfuerzo, para ello, no busques nunca el camino más fácil, Sino el correcto. Enorgullécete de tus logros, más no permitas que la soberbia, te haga olvidar que vale más una sonrisa.



Piensa que mamá está y estará siempre contigo, que su misión más importante es ver florecida en ti, a una persona de bien, que deje marcadas sus huellas en el sendero, para que quizá sirva de guía de quienes no encuentren un camino.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario